PRINCIPALES OBJETIVOS DEL AÑO DE LA FE
Los objetivos principales del Año
de la Fe los propone el Santo Padre el Papa Benedicto XVI de este modo:
*Que
la fe sea profesada de modo contundente y en público: en las catedrales,
parroquias, comunidades religiosas y en las familias.
*Que
el testimonio de la fe en las acciones de caridad aumente y brille en el mundo.
Es decir, vivamos como verdaderos cristianos, que la fe profesada sea fe de
acciones.
*
Que este año suscite en todo creyente la aspiración a confesar la fe con
plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza. Intensifiquemos las
acciones litúrgicas, particularmente la Eucaristía, de la cual se nutre la fe.
De modo semejante, el testimonio de la acción debe intensificarse.
*Que
la reflexión sobre nuestra fe intensifique la relación entre individualidad y
vida comunitaria. En la fe de la comunidad cristiana cada uno recibe el
bautismo , signo eficaz de la entrada en el pueblo de los creyentes para
alcanzar la salvación.
*Que
haya una profundización en el asentimiento voluntario y razonable a las
enseñanzas recibidas por medio de la Iglesia. Es necesario conocer los
contenidos de la fe para asentir con ellos plenamente con la inteligencia y la
voluntad. El conocimiento de la fe introduce en la totalidad del misterio
salvífico revelado por Dios. Cuando se cree, se acepta libremente el don de la
fe.
¿Qué es la Fe?
Hoy crece a nuestro alrededor
también un cierto desierto espiritual. A veces, se tiene la sensación, por
ciertos hechos que conocemos todos los días, de que el mundo no va hacia la
construcción de una comunidad más fraterna y pacífica. A pesar del tamaño de
los descubrimientos de la ciencia y de los resultados de la tecnología, el
hombre hoy no parece ser verdaderamente más libre, más humano.
La
fe no es un mero asentimiento intelectual del hombre frente a las verdades en
particular sobre Dios; es un acto por el cual me confío libremente a un Dios
que es Padre y me ama; es la adhesión a un “Tú” que me da esperanza y
confianza. Esta adhesión a Dios no carece de contenido: con ella, sabemos que
Dios se ha revelado a nosotros en Cristo. En la cruz, Jesús de Nazaret, el Hijo
de Dios hecho hombre, nos muestra del modo más luminoso a qué grado llega este
amor, hasta darse a sí mismo, hasta el sacrificio total.
Creer
cristianamente significa este abandonarme con confianza al sentido profundo que
me sostiene a mí y al mundo; una sensación de que no somos capaces de darnos,
sino de solo recibir como un don, y que es la base sobre la que podemos vivir
sin miedo. Y esta certeza liberadora y tranquilizadora de la fe, debemos ser
capaces de proclamarla con la palabra y demostrarla con nuestra vida de
cristianos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario